En la actualidad, una parte importante de la disciplina antropológica – en pasillos y aulas universitarias, en investigaciones y publicaciones académicas, y, sobre todo, en el flujo del seno de la vida social – se parece haber quedado atrapada en el pasado. Este artículo argumenta dicha postura, construyendo cinco críticas que llaman a romper la parálisis antropológica y, consecuentemente, a apostar por una antropología pertinente para el siglo XXI.