El terror es actual

Resumen

Terence Fisher cumple 120 años y en CineScrúpulos hemos querido hacerle un homenaje. Por ello, revisamos una filmografía que revitalizó el género de terror al traer de vuelta a los monstruos clásicos que en la década de 1930 popularizó Universal, pero en un entorno no sujeto a códigos moralistas que aprovechó al máximo la estética a color y la incorporación de ciertos apuntes que incidieron en el apartado de lo sensual. Uno de los arquetipos más interesantes, qué duda cabe, es el del vampiro en su condición masculina. Ello se debe a la performance inmortal de Christopher Lee, para muchos el mejor Drácula de la historia que llega a superar al original del cine sonoro, interpretado por Bela Lugosi (recuérdese que Max Schreck encarnó a Nosferatu, antecesor directo del conde rumano). La mujer en estos relatos suele cumplir el rol de víctima o de damisela en apuros que debe ser salvada, por lo que no se le suele personificar del lado de lo monstruoso. Sin embargo, la vampiresa es un personaje fascinante que encarna, a partes iguales, la condena y la independencia del ser femenino frente a lo que la sociedad espera de ella. Por eso, tanto el personaje de Erzsébet Báthory en la vida real como el de Carmilla en el terreno literario se convierten en prototipos de la mujer vampiro. Por años, este personaje apareció en las pantallas desde puntos de vista altamente erotizantes —muestra de ello son las películas que sobre el tema firmaron autores como el español Jesús Franco, el francés Jean Rollin o el argentino Emilio Vieyra—, pero en los últimos años la apropiación ha sido diversa y enriquecedora. Por ello, uno de los textos que acompaña la presente edición aborda en qué medida el personaje de Elisabeth Nádasdy que se construye en Countess Dracula (Sasdy, 1971), película de la factoría Hammer, tiene similitudes con las mujeres vampiros en obras más actuales.